Algo que no queremos escuchar: vamos a sufrir.
“Estas cosas les he hablado
para que en Mí tengan paz.
En el mundo tienen tribulación;
pero confíen, Yo he vencido al mundo».
Juan 16:33
Si de algo podemos estar seguros como seres humanos en nuestro peregrinar por esta tierra, es que mas que alcanzar comodidad, salud, bienes materiales y riquezas, vamos atravesar temporadas de sufrimiento. Esto es algo que todos tenemos que tener en mente, y afrontarlo con un pensamiento con vista a la eternidad, ya que nosotros debemos estar conscientes de que este mundo no es nuestro hogar y el sufrimiento nos permite entender que este mundo no funciona como debería y por lo tanto, nos ayuda a anhelar nuestro verdadero hogar y ese tiempo en el que toda lágrima, dolor o enfermedad sea quitada para siempre de nuestra vida.
Escuché por ahí que “el sufrimiento suele ser el megáfono que Dios utiliza para llamar nuestra atención”, y muchas veces nos han MAL enseñado que el sufrimiento es siempre causado por el pecado; miren que escribo “siempre”, porque aunque puede ser verdad que sea por causa del pecado, no “siempre” es por esto. Esto es una enseñanza que no esta amparada por la Palabra de Verdad, ya que a lo largo de la Palabra de Dios un común denominador de grandes hombres y mujeres de Dios es el sufrimiento; pero no solo eso, sino que lo más importante del sufrimiento es que puede ser una herramienta valiosa si nos dejamos dirigir por el Espíritu Santo y nos aferramos al Señor, ya que dará como fruto que seamos conformados conforme a la imagen de Cristo. Y podemos (y debemos) aprender a sufrir para Su gloria.
“Pues considero que
los sufrimientos de este tiempo presente
no son dignos de ser comparados
con la gloria que nos ha de ser revelada.”
Romanos 8:18
En Juan 9:2-3 vemos un ejemplo de lo que mencioné anteriormente, que el sufrimiento viene por una “causa específica de pecado” y esto no siempre es verdad. Vemos el hecho de la ceguera de un hombre, y un conglomerado de personas preguntándole a Jesús que cual era el “diagnóstico” de este sufrimiento; ¿el pecado de sus padres? ¿el pecado suyo propio?, la respuesta de Jesús es crucial: “para que la gloria de Dios sea evidente en su vida”.
No es diferente hoy mi santo hermano, el mismo Dios que quería mostrar Su gloria en la vida del ciego, lo quiere hacer con nosotros hoy. Esto claro, si haz confesado a Cristo como tu Señor y Salvador y lo has declarado a Él rey de tu vida.
Puede que lo que Dios quiera hacer en ti no sea sanarte de una ceguera física sino bien espiritual; también tenemos que considerar que lo que Dios quiera hacer en nuestra vida no sea un milagro de salud (y claro que El puede hacerlo), pero puede que sea el milagro de un carácter formado hacia la humildad, el servicio; el milagro de ser desprendidos del egoísmo y el orgullo; el milagro de ser salvos de nosotros mismos.
Algo que necesitamos recordar a nuestro corazón son las gloriosas verdades que encontramos en 2da Corintios 1:3-5:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo”.
Al leer este texto, es como darle a nuestra alma un refrigerio. Conocer que Él es el Dios de toda consolación, Quien no solo nos consuela en algunas dificultades, sino en TODAS. No existe una que se le escape, por mas oscura y pesada que esta pueda ser. Este consuelo que recibimos en medio de nuestro dolor se convertirá en una fuente de consuelo con la cual posteriormente podremos consolar a otros que se encuentren en una situación similar. Muchas veces nuestro dolor y el Dios que nos sostiene en medio de este, llega a ser la esperanza de otro que la esta perdiendo. En nuestras vidas como creyentes el sufrimiento cumple propósitos gloriosos.
Otra cosa que no debemos considerar el sufrimiento como algo “raro” en nuestras vidas. Hemos sufrido, es posible que estemos sufriendo y es probable que nos toque sufrir de nuevo. La palabra nos recuerda:
Queridos hermanos, no se extrañen del fuego
de la prueba que están soportando,
como si fuera algo insólito.
Al contrario, alégrense de tener parte
en los sufrimientos de Cristo, para que también
sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo.
1ra Pedro 4:12
Podemos encontrar paz, descanso, esperanza y consuelo en el hecho de que “Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó.” Hebreos 4:15. Él conoce y le importa nuestro sufrimiento, Él sabe, porque Él lo caminó primero. Cristo mismo experimento como nadie mas el sufrimiento y no por casualidad el profeta Isaías lo llamó “Varón de dolores, experimentado en quebranto” - Isaías 53:3.
Nuestro sufrimiento nunca es una perdida de tiempo si lo caminamos en fe, porque dará consolación a otros mientras nosotros somos consolados por el Dios de toda consolación. Como creyentes sufrimos, pero conociendo que este mundo no es nuestro hogar, y es un lugar quebrantado por el pecado, por tanto, las cosas muchas veces no funcionan como deberían. Pero debemos tener la esperanza en que llegará el día en que nuestro salvador, personalmente, con Sus manos y mirada de amor, enjugará toda lágrima de nuestros ojos.
“Enjugará Dios toda lágrima
de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;
porque las primeras cosas pasaron.”
Apocalipsis 21:4
Es mi oración que puedas hallar esperanza, valor y ánimo en medio del sufrimiento mi sant@ hermana, que podamos refugiarnos en las verdades gloriosas y eternas de Su palabra.
Con amor en Cristo,
Lariely