Un llamado: acompañar al que sufre
Vamos a continuar la conversación que iniciamos la semana pasada, si no leíste el blog anterior, te invito a leerlo AQUÍ.
Dicho esto, en esta ocasión vamos a ver el sufrimiento desde otra perspectiva, quitando el foco de nosotros y poniéndolo en el prójimo. Porque es muy probable que tengamos que estar en ocasiones en la otra cara de la moneda: acompañar al que sufre; y esto también debemos hacerlo para la gloria de Dios.
De seguro hemos estado de los dos lados, del lado del que sufre y del lado donde nos toca acompañar al que sufre. En ambas posiciones debemos ser intencionales en aprender hacerlo bien, para Su gloria y el bienestar de nuestro prójimo. Pero el segundo punto, el de acompañar, muchas veces no se nos da muy bien, y siendo honestos, no nos gusta hacerlo. Nos gusta formar parte del gozo y de la victoria en la vida de las personas, pero también estamos llamados a formar parte de la tristeza y los fracasos y verlos como una oportunidad de ministrarles y mostrarles el amor y consuelo que solo puede ser hallado en Cristo.
Un fruto glorioso del sufrimiento es que cuando hemos atravesado estas temporadas APRENDEMOS a “llorar con los que lloran”.
Llorar con los que lloran no es una opción, es un mandato
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.” - Romanos 12:9-14
Vemos aquí que, no es si lo sentimos o si nos nace o si queremos hacerlo. No podremos acompañar a otros y hacerlo bien si no hemos estado ahí antes, no necesariamente bajo la misma circunstancia, pero si saber que se siente (y que se piensa) cuando la vida duele.
¿Recuerdan una de las lecturas bíblicas de la semana pasada? 2da Corintios 1:1-, esta lectura nos recuerda que el Señor nos consuela en todas nuestras tribulaciones, pero esto con un fin glorioso: consolar a otros que sufren. Y vamos a detenernos aqui un momento, a destacar un aspecto muy importante: el sufrimiento se vive en COMUNIDAD y parte de su objetivo es que podamos acompañar a otros cuando sufren. No estamos llamados a sufrir solos. Muchas veces ese consuelo prometido es evidente a través de nuestra iglesia local o de nuestros hermanos en la fe.
Yo no podré acompañar bien a otros, si antes no he sido acompañado primero
Dios no nos salvo para dejarnos solos haciendo lo que mejor nos parece, nos salvó y nos insertó a una familia, y muchas veces nosotros necesitamos la humildad de reconocer este punto. Ya que en ocasiones nuestro orgullo nos lleva a aislarnos para no exponer nuestra vulnerabilidad; y es probable que el exponer nuestra vulnerabilidad sea la fortaleza que otra persona necesita cuando esta atravesando temporadas de sufrimiento. Es importante entender que, no puedo enseñar lo que antes no me han enseñado. Y que no podré entender el efecto del sufrimiento en el corazón de mi hermano si yo no he sufrido antes.
Nuestro ejemplo mayor para acompañar a aquellos que sufren es Jesús, debemos imitarlo a Él. Cristo se acercaba al que sufría con COMPASIÓN. No con mucha palabrería, no con palabras fueras de lugar “ánimo, esa es la vida” “confía en Dios” “tienes que ser fuerte” “necesitas poner de tu parte” y otras tantas frases que mas que fortalecer, pueden desanimar.
Por ejemplo, Jesús ante la muerte del hijo de la viuda, la miró con compasión; ante la muerte de su amigo Lázaro Él (siendo Dios) lloró. El estaba cercano y disponible para aquellos que sufrían. Es importante aclarar que la compasión no siempre se traduce en llorar y buscar servir y responder a la necesidad de alguien, también puede verse en forma de confrontar con amor, reprender con espíritu manso y tener alguna conversación incomoda en un tiempo oportuno, por poner algunos ejemplos.
Al acompañar no tienes que hacerlo de forma perfecta
Es necesario entender que acompañar no significa que yo tenga las palabras correctas siempre, la oración perfecta, el verso bíblico ideal, no siempre significa diagnosticar el sufrimiento (intentando explicar porque esta pasando); muchas veces representa un hombro donde llorar, simplemente estar ahí, hacer un desayuno, limpiar una casa, cuidar un pequeño, renunciar a nuestras tan apretadas agendas para estar disponibles para orar junto a alguien siempre que se necesite. Solo debemos tener un corazón dispuesto a obedecer el llamado.
Debemos pedir al Señor discernimiento para saber como actuar ante cada situación, no con pretensión ni orgullo de siempre saber lo que se debe decir, sino reconociendo en humildad que puede que no tenga en mente ni una palabra que decirle, pero estoy ahí, presentando en silenciosa oración a esta persona que sufre. Y eso, muchas veces, es todo lo que se necesita; y este puede ser un acompañamiento ideal.
Como el que sufre debemos entender que: Necesitamos tener la humildad de pedir ayuda y si estamos ahí acompañando en medio del sufrimiento, debemos estar cerca para poder escuchar y actuar ante el grito de auxilio.
A Dios le importan nuestras lágrimas
Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro. - Salmos 56:8
En el pueblo de Dios debe haber lugar para las lágrimas y el lamento, incluyendo a aquellas personas que en otras ocasiones nos han acompañado a nosotros como lo son nuestros líderes y pastores. Debemos caracterizarnos por ser una comunidad movida por la compasión, así como nuestro buen Jesús.
En conclusión mi sant@ herman@, en nosotros como creyentes el sufrimiento no cumple un despropósito, todo lo contrario. Aquél que ha planeado y escrito nuestra vida desde antes de la fundación del mundo, si Él es el Rey y Señor de nuestra vida y corazón, podemos estar seguros que a través del sufrimiento Él esta orquestando Sus propósitos gloriosos para nosotros, aunque por el momento no entendamos y no podamos ver mas allá de nuestras narices.
Podemos confiar en Él en medio de cualquier tormenta, y también ser la sombrilla que otro necesita cuando en su vida llueve. Que no se nos olvide.
Con amor en Cristo,
Lariely