¿En que me glorío?

Luego de leer el Salmo 34, específicamente el verso 2, esta fue una pregunta que saltó en mi mente. Tantas cosas me llegaron al pensamiento, ya que había leído ese salmo muchas veces anteriormente, pero como la palabra De Dios es viva y eficaz, nos habla de formas distintas en diferentes momentos, y es por ello que este verso saltó a mi vista.

Gloriarnos significa disfrutar de aquello que nos da satisfacción o que nos enorgullece; y cuando me pongo a mirar hacia mi interior me doy cuenta de que mi alma busca gloriarse en muchas otras cosas que no es lo que el salmista refiere en este verso. Miro como mi corazón busca gloriarse en algo, y mientras mi corazón quiera seguirse gloriando en “algo” no encontrará gozo ni satisfacción permanente.

Entonces, ¿En qué me glorío? Me doy cuenta que muchas veces me glorío en cosas vanas y temporales, como por ejemplo: mis bienes, en mi matrimonio, en mi hijo, en mis fuerzas, en si logré cumplir todas las cosas por hacer para la semana, en mi salud, etc., como dicen los gringos “you name it”.

Que insensato es gloriarse en algo, cuando nuestra gloria debe ser Alguien. “En el Señor se gloriará mi alma”, solo en Él puede nuestro corazón encontrar una satisfacción que no será efímera, sino, que permanecerá para siempre. Esto debe hacernos correr en oración, suplicando al Señor que nos ayude a encontrar, a poner nuestra gloria solo en Él; porque todo lo demás puede darnos una felicidad y satisfacción momentánea, pero pasado el tiempo, veremos que nuestro corazón siempre querrá mas.

Proverbios 27:20: “Así como la Muerte y la Destrucción nunca se sacian, el deseo del hombre nunca queda satisfecho.”

No nos gloriemos en aquello que perece, en aquello que tiene fecha de caducidad, en aquello que solamente tendremos de este lado del sol, podemos disfrutarlo claro que si, pero con plena conciencia de que en eso no debe estar fundamentada nuestra gloria. Sin embargo, busquemos gloriarnos en Aquél que si puede saciar nuestro corazón para siempre, como Jesús le dijo a la mujer samaritana en:

Juan 4:13-14: “Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener se pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna».”

El meditar en este tema y en salmo también me hizo recordar el coro de uno de mis himnos favoritos:

“Oh yo siempre amaré esa cruz,
En Sus triunfos mi gloria será,
Y algun dia en vez de una cruz,
Mi corona Jesús me dará”

Mi Santo hermano (y el que no lo es tanto), que tu gloria no esté en aquello que perece, sino en Aquel que permanece para siempre; allí nuestro corazón si que estará completo.


Con amor en Cristo,

Lariely

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